El fotógrafo quiso aprovechar al máximo el atuendo de boda, el vestido y el traje del novio, para marcar un antes y un después de su casamiento, así que concertó una cita con ellos y la novia se metió en el agua para que le realizaran las fotos de su boda, con la mala suerte de que las aguas bravas se llevaron a la chica.
La mujer murió y el día se convirtió de luto en vez de ser motivo de celebración. La familia de la chica canadiense no podrá olvidar este día, ni el motivo de su muerte por lo que luchan por eliminar esta tradición o moda absurda que pone en peligro la vida de las personas.
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